viernes, 10 de febrero de 2012

Lo que el agua se llevó


Imprimí el BOPT del 17 de Octubre de 2011 y salí a la calle.
He dedicado estos 3 últimos meses, a visitar a las familias del Vendrell que se vieron afectadas por la campaña de corte Nº139 que la empresa municipal de aguas (Aigues del Tomoví) efectuó injustamente sobre 203 domicilios.
La sensación que produce, girar el grifo y no salir agua, es de difícil descripción para una sociedad tan avanzada como la nuestra y en pleno siglo XXI. Si el motivo del corte de suministro es por falta de pago a una empresa municipal, la cosa se complica.
Entre todos los afectados buscaremos un adjetivo para describir a quienes emplean tal agresividad recaudatoria contra familias que están pasando por problemas económicos muy graves y que en la mayoría de casos, adeudan a esta empresa, importes de 20 € o 30€ y retando a la cordura humana se les exigen 68 € para volver a tener agua en sus hogares.  Este tipo de prácticas se contradicen con el magnífico trabajo que están realizando, desde la regiduría de Servicios Sociales, a familias desfavorecidas. También contradicen al sentido común de las personas con humanidad, que debiera ser ejemplo común de los políticos. Por lo visto más de uno carece de él, y algunos olvidan rápido su juramento al recoger su acta de concejal.
El pasado mes de noviembre recibí en mi domicilio, una carta personalizada de Aigues del Tomoví, disculpándose y reconociendo como error grave, el corte de agua del pasado mes de Septiembre. Evidentemente como se trataba de un error de ellos, me dejaron claro que a todos los ciudadanos del Vendrell se les devolvería el importe que habían abonado para volver a disponer de agua en sus domicilios.
Personalmente fue una alegría saber que muchas familias con dificultades, recuperarían esos 68 €,  y con la Navidad cerca, se encontrarían con un dinero que lo habían dado por perdido.
Pero desgraciadamente no ha sido así.
He esperado varios meses para ver si la cantidad de 68€, era abonada en la factura siguiente, pero esta claro que el dinero no tiene amigos.
Por eso he dedicado mi tiempo y he visitado uno a uno a los ciudadanos que ahora saben que su dinero si les será devuelto, en cuanto este artículo vea la luz.
Debo agradecer el trato dispensado por todos los vendrellencs, que me han abierto sus casas de par en par, y me han mostrado su apoyo en todo momento.
Espero que ese sentido común del que hablaba unas líneas más arriba sea aplicado con todo rigor por parte del resto del equipo de gobierno y de la oposición y que revisen el reglamento particular que practica Aigues del Tomoví, a las personas y no consientan que se pasen por la entrepierna el artículo 14 de la Constitución que dice  “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”
Supongo que como siempre nos intentarán vender la moto con excusas no creíbles cuando a unos cuantos no se les ha cortado el suministro estando en la misma lista y a otros no se les cobró la reconexión.

Un refrán castellano dice: “que quién roba a un ladrón tiene 100 años de perdón•, y no conozco ninguno que hable del que roba a alguien con dificultades económicas….. pero alguno escucharemos cuando los ciudadanos del Vendrell  acudan a sus oficinas a recuperar lo que les pertenece.

miércoles, 11 de enero de 2012

Mi regalo

Permítanme compartir con todos los lectores, mi regalo de estas Navidades que no lleva lazos, ni etiquetas, ni va envuelto en un precioso papel rojo brillante y además no se puede adquirir con una tarjeta de crédito.
 Un nacimiento ya es una noticia agradable, y si además coincide con la noche mágica de los Reyes Magos, entonces adquiere una mayor dimensión, porque no hay mejor regalo que traer un hijo al mundo….así le ocurrió a mi gran amiga Laia y a su recién nacido Albert.

 Hacía un frío intenso, y por eso detuve el coche justo en la puerta del Hospital Sant Joan de Déu, para ahorrarle a mi mujer, el gélido paseo que hay desde el aparcamiento hasta la entrada principal.
Al entrar en el hospital, me dirigí al ascensor, con mis gafas totalmente empañadas debido al contraste de temperatura con el exterior.
 Mi memoria me jugó una mala pasada y no recordaba el número de habitación donde estaba mi amiga Laia, y me guié de mi intuición. Bajé en la segunda planta.
Esa decisión errónea me llevó por un pasillo donde se oía de fondo una bonita melodía acompañada de aplausos y gritos que se hacían más audibles a medida que avanzaba por un pasillo larguísimo.
Un Rey Mago con una gran barba blanca y tocando con un saxo melodías navideñas, entraba y salía de una sala llena de gente, que reclamaba su regreso, cada vez que este intentaba finalizar su actuación.
Al verme parado y sorprendido en medio del pasillo, se acercó y me invitó a entrar y participar de la fiesta. Todavía no sé ni porqué acepté su invitación, ya que mi intención era encontrar la habitación de mi amiga Laia, pero entré y me senté en una incomoda y diminuta silla, como la que utilizan los escolares de P3, pero eso era lo de menos, ya que mi atención se puso inmediatamente ante la que es sin lugar a dudas, la imagen más hermosa de amor, que había visto en mi vida.
Con sus cabecitas sin pelo, y abrazados a sus padres, aquellos niños iban recibiendo uno a uno los regalos que Los Reyes Magos y sus ayudantes les iban entregando. Me tomé aquel instante como un regalo divino, de esta y de muchas navidades juntas y la muestra de que el amor es algo indestructible, por muy duros que sean los tiempos. Sus caritas ilusionadas estaban más pendientes de las sonrisas y comentarios de sus padres y hermanos que en el regalo en sí.
Me sentí pequeño….muy pequeño ante la magnitud del acontecimiento y, a la vez, afortunado de poder sentir aquellas sensaciones como mías. En aquella sala no había cabida para sentimientos negativos, todos eran iguales, sentían igual, amaban igual….todo era cariño.
Una vez acabada la entrega de regalos, nos hicieron pasar a todos los asistentes a una sala contigua donde habían preparado un gran desayuno a base de colacao, croissants, y todo tipo de dulces y turrones. Mientras todos desayunaban entre risas y juegos, me recreé en los dibujos que los niños tenían expuestos en las paredes, y reflejaban su ilusión por la vida y la esperanza de volver a casa algún día, para poder hacer una vida normal junto a sus padres, hermanos y amigos. Solo desean aquello que la gran mayoría tenemos y no apreciamos.
Qué gran lección significaría para muchos que basan sus vidas en el odio, en la avaricia, en el racismo, y en la violencia, pudieran sentir por un instante el verdadero significado de la bondad, la humanidad y la igualdad de estos niños.
 Regresé tras mis pasos en busca de mi amiga Laia e imaginé como en aquellos mismos instantes estarían todos los niños en sus hogares abriendo sus regalos con la alegría que ello les representa y otros más creciditos perfumándose con alguna colonia de nombre impronunciable.
 Encontré la habitación de mi feliz amiga, con su regalo de Reyes …el pequeño Albert.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Amic Miquel






Asseguts davant d’un gran finestral que donava al carrer Sant Magí, l’avi Miquel sovint m’explicava les seves vivències fruit de vuitanta-cinc llargs anys de dificultats i agonies.
No ens cansàvem de parlar d’aquells temps de de cartilles de racionament, y del franquisme, mentre sucàvem galetes Maria ens unes tasses immenses amb l’escut del Barça que sempre preparava en Miquel quan l’anava a veure.
 Li agradava asseure’s cara a cara davant meu, i de tant en tant recolzava les seves mans als meus genolls perquè parés especial atenció en el que estava dient perquè ho considerava important.
 Les seves mans arrugades i castigades per treballs durs reflexaven el pas per una vida que no li va regalar res. Però també em va fer entendre que aquelles mateixes mans feia tan sols unes dècades havien acariciat la pell rosada d’aquella primera xicota tot just complerts els setze anys, i que poc després van ser les que van col•locar l’anell de noces a la que va ser la seva esposa durant tota la seva vida. Aquelles mateixes mans van rebre amb amor l’arribada dels seus fills, i no fa pas tant van donar calor a les manetes dels seus néts mentre els acompanyava al col•legi.
Era un home esgotat per les injustícies de la vida, però alhora feliç perquè sabia que havia complert les seves metes en haver donat als seus fills uns estudis i una vida millor que la que a tenir ell.
En Miquel va aprendre a llegir i a escriure en part al carrer i en part a l’exèrcit, com tants d’altres, ja que mai va trepitjar una escola. Amb només nou anys ja ajudava amb les feines del camp als seus pares, que servien al terratinent de l’època a canvi d’un sostre i un troç de terra per conrear.
Va fer de tot per tal d’emportar-se un bocí de pa a la boca, i li costava recordar la multitud de feines diferents amb què s’havia guanyat la vida. Va ser agricultor, paleta, transportista, carregador al port i pastor, entre tants d’altres d’una llarguíssima llista.
Després del sevei militar va conèixer la Pilar, que va ser la seva esposa durant més de cincuanta anys, i malgrat les dificultats que van passar varen ser una parella exemplar. Tingueren dues filles, la Roser i la Maria, que gràcies a l’esforç dels seus pares van poder acabar les carreres de dret i medicina respectivament. Estava molt orgullós de les seves filles.
 La seva dona va morir després d’una llarga malaltia i la seva partença va ser un cop molt dur per en Miquel, de tal manera que molts dels que el coneixiem pensavem que aquella desgràcia també se l’emportaria a ell. L’adorava, i després de l’adéu a l’amor de la seva vida mai va tornar a ser el mateix. Moltes d’aquelles tardes les dedicavem exclusivament a parlar d’ella i de totes aquelles dones d’abans que van afrontar la guerra i la posguerra amb força i valentia. Elles van ser la base i el pilar de les famílies en què es va gestar la recuperació del nostre país, ja que van haver de fer tant de mares com de pares donada l’absència dels marits que havien de marxar a treballar fora durant llargues temporades.
Malgrat tenir els ulls cansats i malalts en Miquel em va ensenyar coses que només aquella generació d’avis és capaç de veure avui en dia, mentre els joves vivim cegats pel consumisme, l’egoisme i tantes altres banalitats.
És gràcies a ell que ara puc veure-hi amb els mateixos ulls que els nostres avis, i això em fa comprendre moltes injustícies. Els hem d’agrair tantes coses a tots ells, que ens ho van donar tot a canvi de no res, i hem de reconèixer que som culpables d’haver deixat perdre els valors que ens van inculcar.
 És per això que sovint en Miquel reia quan parlavem de la gent avariciosa que ens envolta, i apuntava “deixa’ls.. no s’emportaran els somriures”.
 Era un home de principis i no soportava parlar de política i menys dels polítics, dels quals opinava que eren uns mentidersprofessionals.
 Miquel era cristià, però no practicant, i sempre em comentava que si eres bona persona, Déu ho tindria en compte, arribat el moment, i no com passa amb una gran majoria que s'escuden en l'aparença presencial, quan la realitat és molt distinta.
 Aquesta terrible malaltia que és el Alzheimer es va apoderar de Miquel, i sense ser conscient del que li estava passant, a poc a poc va ser oblidant totes aquelles vivències que durant tants anys m'havia estat regalant, i que ara jo, transmeto amb tot el meu amor als meus fills, per a honrar i no oblidar mai a aquests éssers humans, que encara avui segueixen entre nosaltres, però que per desgràcia, es van marxant del nostre costat, de la mateixa forma que ho va fer ell, en silenci. 
Uns mesos més tard de la seva mort, les seves filles em van fer arribar, una caixa, que el seu pare m'havia deixat en el seu testament, amb una nota en la qual deia “Amb tot el meu afecte, amic meu” i signada més baix pel propi Miquel. Va ser una prova més, del gran cor que tenia aquell home, que es va acordar de mi en els seus últims moments de vida, i va voler que aquelles dues immenses tasses en les quals havíem mullat tantes i tantes galetes, se seguís usant de la mateixa manera, que ho havíem fet ell i jo.
 A totes aquelles persones que van formar part, d'aquest període de silenci i oblit

miércoles, 7 de diciembre de 2011

ROBIN




Muy larga se me hizo la noche, pero el reloj se apiadó de mí, y sus agujas marcaron las 6 de la mañana, justo la hora de acabar mi turno de trabajo y regresar a casa.
El frío de Noviembre empañaba los cristales de mi coche, y la visibilidad era muy escasa, pese a ello, pude ver algo extraño en medio de la carretera y pude detener el vehículo bruscamente antes de impactar.
Por un momento pensé que se trataba de un saco, o una piedra de grandes dimensiones, ya que era incapaz de visionar con claridad, debido en parte a la humedad acumulada en el parabrisas.
Puse los intermitentes de emergencia y bajé del vehículo, con cierto recelo.
Me acerqué poco a poco, y ví que se trataba de un perrito de color marrón oscuro, de tamaño mediano, sin raza y en un estado lamentable. Todo su cuerpo estaba pelado, sus patas ensangrentadas y empapado. Las temperaturas heladas y el miedo que tenía aquel animal, le provocaban unos grandes temblores.
Me miraba fijamente a los ojos, con una mirada tan profunda y triste, que parecía querer pedirme que diera fin al calvario que estaba sufriendo.
Cogí una manta del coche,  lo arropé y lo puse a los pies del acompañante. Sin pensármelo dos veces lo llevé al veterinario de guardia, e intentar lo que parecía imposible, salvarle la vida.
Después de dos angustiosas horas de curas, análisis y radiografías, el doctor se dirigió a mí, y con un tono de preocupación y me dijo que las heridas que era lo más aparatoso ya estaban curadas, pero que había perdido mucha sangre y  difícilmente podría superar la anemia descomunal que tenía el animalito.
Salí de la consulta triste, por las malas noticias que me dieron, pero a la vez dispuesto a luchar hasta el final por salvar a mi nuevo amigo.
Al llegar a casa no había nadie, y lo primero que hice fue darle un baño con agua caliente y mucho jabón. El pobre se me escapaba de las manos debido a su poco peso y su poca colaboración.
Al llegar mis hijos ya estaba limpio y seco, pero seguía en estado de shock, sin querer reaccionar ante ningún sonido y ninguna llamada.
Pasaron días muy duros, y no conseguíamos que los traumas, que habían llevado a aquel animalito a renunciar a la vida y elegir la muerte.
.
Un mes más tarde, se produjo el milagro que todos esperábamos.
Era un domingo de Diciembre, víspera de Navidad y los gritos de alegría de mi hijo me despertaron ¡papa¡ ¡papa¡ ¡ corre tienes que ver esto¡.
Robin como así le llamamos, seguía a mi hijo muy lentamente y movía su cola a gran velocidad dándole con su cabecita simpáticos golpes en sus piernas, buscando que jugara con él.
Ese gran día, Robin decidió definitivamente vivir, y quedarse con nosotros el resto de su vida.
Con el paso de los días, su apetito iba a más y su pelo se fue repoblando hasta tener un aspecto normal. Se transformó en un perro feliz, juguetón, y gran parte de aquel milagro se lo debemos a la complicidad entre Robin y mi hijo pequeño.
Pasamos diez años fantásticos con Robin, y jamás tuvimos que volver al veterinario por enfermedad.
En un mes cambió la vida de todos nosotros, con su presencia, y todos nuestros planes incluían a nuestro amigo en ellos. Es difícil explicar con palabras lo que significó Robin en nuestra familia y sobre todo lo que aportó a mis hijos nunca se lo podremos agradecer suficientemente.
Compartió con nosotros alegrías, tristezas, y siempre su presencia nos aportó mucha felicidad. También nos enseñó, solo con su mirada y en momentos puntuales, comprender que nunca teníamos motivos suficientes para preocuparnos en exceso por problemas menores,  conociendo su historia y procedencia.
Era tanto el cariño y la compenetración, que no concebíamos ir a cualquier lugar sin la presencia de Robin.
Un día supe enseguida que algo no iba bien. Robin seguía acostado y se negaba a moverse de su almohada, cuando por norma él siempre me despertaba a mí para darle su paseo matinal.
Inmediatamente y sin dudarlo lo llevé al hospital y una vez allí el veterinario tumbó a Robin en la camilla. Le hicieron pruebas de todo tipo, pero la realidad yo ya la sabía, y no tuve ni que esperar los resultados de las pruebas.
Mi amigo volvió a mirarme igual que el día que lo encontré, pero esta vez sus ojos lagrimosos,  se estaban despidiendo de mí.
Es imposible describir el dolor tan inmenso que se llega a sentir, cuando el doctor le inyectó su final, y sus ojitos se fueron cerrando poco a poco.
Mi cara junto a la suya, le besaba y le susurraba con la voz temblorosa y le daba las gracias, por habernos llenado la casa de amor.
Todavía tuvo fuerzas para sacar su lengua rosada y darme sus dos últimos besos de despedida.
Con todo mi apoyo y cariño a la Asociación Animalista P.A.S.O.S El Vendrell, y por su puesto, a mi gran amigo Robin.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Ayer y hoy

Ayer y hoy



Me detuve a la entrada de su habitación y observaba a mi hijo de 13 años, como tecleaba su ordenador a toda velocidad.

Siento  mucha tristeza al ver como su generación desperdicia prácticamente todo su tiempo libre, encerrada entre cuatro paredes, aniquilando marcianos y rodeada de amigos virtuales, que con un simple clic desaparecen de sus vidas. Todo es una gran contradicción, al saber que vivimos en la era de la comunicación y nunca hemos estado tan solos, como están ellos ahora.
Los de la generación del 60 y 70, teníamos muchas carencias de todo tipo, pero estoy convencido que nuestros hijos no han sabido o podido disfrutar de su infancia, como lo hicimos nosotros.
Mientras escuchaba el sonido desagradable que emitía su ordenador, mi mente me trasladó más de 30 años atrás y recordé con mucho cariño, mi etapa adolescente y a mis dos grandes amigos de la infancia como son Miguel y José Antonio……..
Hasta avanzada edad, todos vestíamos iguales, con pantalones cortos y zapatillas deportivas de tela de color azul o aquellos durísimos zapatos gorila, capaces de aguantar dos cursos seguidos y cientos de partidos de fútbol, en la tierra del patio de la escuela. Desconocíamos las marcas y nos daba igual los precios de las cosas.
Nos hacíamos nuestros propios juguetes, con maderas, botellas, piedras o balones de fútbol improvisados., que encontrábamos de cualquier lugar.
También éramos capaces de jugar entre nosotros a todo tipo juegos, como el churro, el pañuelo, policías y ladrones, la baldufa u otros, que hacían que alguno llegara a casa con alguna pedrada en la cabeza o algún diente de menos y al día siguiente nadie se acordaba.
De vez en cuando, salíamos de cacería y regresábamos con lagartijas, pájaros o insectos rarísimos, no sin antes haber cogido prestada alguna manzana al payés.


Nos tirábamos todo el día en la calle, hasta que las luces de las farolas, nos avisaban que era la hora de regresar a casa.
Nadie sabía donde estábamos, porque no disponíamos de teléfonos móviles, como ocurre hoy en día, pero también es cierto que no había miedo.
Entrábamos en casa y un olor agradable nos daba pistas de lo que esa noche habría para cenar.
Con la cara muy sucia y sudorosa, nos bajaban gotas negras por el cuello, que nuestra madre nos obligaba frotar, cuando nos metíamos en la bañera y transformábamos el agua cristalina en un color chocolate, como no he vuelto a ver desde entonces, no sin antes haber recreado unas fantásticas batallas navales con el bote de jabón, la esponja y algún juguete que emulaba algún barco pirata.
Nuestras rodillas mugrientas y ensangrentadas, soportaban sin dolor todo el día de juego en la calle, y los revolcones por el suelo y el barro.

A la mañana siguiente cargábamos nuestros libros en las mochilas, y nadie se preocupó si nos dolía la espalda, o si preferíamos transportarlos con una maleta con ruedas.
O si comíamos muchos dulces….a nadie le importaba y el que estaba gordo es que era así. Además siempre teníamos un amigo gordo.
Desconocíamos que era el colesterol, ni las dietas ni los aparatos en los dientes como hay ahora.
Veíamos muy poco la tele y no discutíamos sobre que programa queríamos ver, ya que solo disponíamos de dos canales.
Bebíamos directamente de la manguera o de las fuentes públicas, y nunca nos pasó nada, excepto las plagas de piojos que nadie se libró. Nuestras madres nos lavaban la cabeza con vinagre y aquella tarde la pasábamos con una toalla, liada en la cabeza, hasta la hora de la cena.
Respetábamos a las personas adultas y si alguna vez, un  profesor llamaba a nuestros padres por algún acto de indisciplina, solo con una mirada, comprendíamos y rectificábamos y no como ocurre en la actualidad.

Gran parte de la la juventud de hoy, carece de aquellos valores que los de mi generación adquirimos prácticamente sin darnos cuenta, como son el respeto a los mayores, a los amigos, al medio ambiente, a los animales, y a todo los que nos rodea  y ese debería ser uno de los objetivos principales de los padres de hoy y de los políticos.
Unos políticos, que como siempre viven alejados de la realidad y han creído que gastándose cientos de millones en inútiles campañas, sobre los problemas sociales, han demostrado con el paso del tiempo que no han servido para nada, y han dejado olvidados espacios exclusivos para que ellos jueguen, como sí podíamos hacer los niños de mi generación, pero claro,  ni ellos ni los animales votan.
Estoy convencido que nuestros hijos, no recordarán la infancia con tantas vivencias y felicidad como sí hacemos los de mi generación, y es porque desgraciadamente hemos dejado demasiadas cosas en el camino.

A todos aquellos que pudimos jugar en la calle alguna vez………

miércoles, 16 de noviembre de 2011

HIJO ADOPTIVO

Me lo encontré un día cualquiera del mes de Noviembre, cerca de los pisos Planas. Aparcó su coche frente una tienda de alimentos, donde suelen comprar los musulmanes de este barrio vendrellenc.
Bajó de su vehículo y llevaba algo en las manos, que más tarde supe que se trataba de una taza de caldo de verduras con pollo, que su madre había preparado la noche anterior, para uno de los pacientes de su hijo. El doctor sabía que si no le llevaba algo caliente y cargado de vitaminas a aquella anciana, nadie se acordaría de ella, y probablemente su estado empeoraría por falta de alimento esencial.
Yo permanecí dentro de mi coche contemplando aquella escena que me emocionó  hasta que mi cara se inundó de lágrimas de reconocimiento a una obra muda y desconocida por la mayoría de los ciudadanos.
Me consta como he podido saber más tarde, que él siempre ha sido así, y es simplemente la perfección de un médico con mayúsculas, de pura vocación y de un corazón inmenso.
No existe la manera de poder determinar ni medir quién es un buen médico o no, y solo la trayectoria y un curriculum limpio nos puede dar una idea,  pero puede servir como ejemplo, que cuando este mismo doctor te deriva hacia un especialista del hospital, y ven su nombre, a todos se les escapa una sonrisa y añaden…..buen doctor.

Como si de un ritual se tratase, cada mañana lo podemos ver sentado en la cafetería que hay enfrente del CAP 1 del Vendrell. Con las gafas en la punta de la nariz, signo de una vista ya muy cansada por el paso de los años, y por la cantidad de horas que ha dedicado a sus pasiones como son la lectura y la investigación.

Llegada la hora de comienzo de una nueva jornada, cruza la calle y todo el mundo sin excepción le saluda. He de reconocer que esta escena tan simple, me hace poner el bello de punta, porque de alguna forma es el homenaje diario que los ciudadanos y sus pacientes le rendimos diariamente a este gran doctor.
Hace que lo conozco más de 20 años y nunca he escuchado una sola crítica negativa hacia este hombre, que en los tiempos que corren, es casi un milagro. En innumerables ocasiones los retrasos de sus visitas, son inevitables, pero aún así, sus pacientes, jamás se alteran y comprenden que tarde o temprano, serán visitados de forma rigurosa y muy profesional, como hace con todo el mundo sin ningún tipo de excepciones.

Él es mi doctor de familia y el de muchos vendrellencs, que cuando lean estas líneas y a estas alturas del artículo ya sabrán de quién estoy hablando.
De una persona que ha dedicado su vida al cuidado de tantos ciudadanos como alguna vez habíamos soñado y leído en nuestros antiguos cuentos infantiles sobre la figura que representaba un doctor en la sociedad.  Nuestro doctor  ha clavado a la perfección aquel sueño, ya que nunca se ha desviado de la senda correcta de la profesionalidad y humanidad, y no como otros que han desvirtuado la profesión, mezclándose en asuntos tanto políticos como de dudosa reputación.
Son tantos los ejemplos que necesitaría casi el mismo tiempo que él ha dedicado en ser buena persona y ganarse por méritos propios estar en el olimpo de la bondad.

Hace unas semanas, tuvimos ocasión de leer varios artículos de como se generan opiniones dispares sobre el nombramiento de un hijo adoptivo. En este caso se trataba del Mossen Josep María Barenys, por parte de nuestro ayuntamiento y en representación de la ciudadanía del Vendrell.

Permítanme que pase de puntillas ante tal polémica y como representación de todos aquellos que en el tiempo hemos coincidido con esta gran persona como es el doctor Fermí Alari Pons, nombrarlo a título honorífico como nuestro particular hijo adoptivo, de todos los sectores de la sociedad sin excepciones de ningún tipo, ya sea por raza, religión sexo o estatus social.

Estoy convencido que este artículo molestará a más de uno y sobre todo a él mismo, tan amante de pasar desapercibido en la vida, pero en nombre de sus pacientes y de los ciudadanos que tanto le apreciamos, queríamos darle las gracias de alguna forma, sin placas de plata y sin nombramientos institucionales, con foto incluida.
Y es sencillamente, no por lo que ha hecho, ni por lo que le queda por hacer que es mucho, si no por ser como es.

Al Doctor Fermí Alari Pons

viernes, 11 de noviembre de 2011

El Doctor Jekill y Mister Hyde

Vivimos en una sociedad tan influenciable, que los medios de comunicación juegan un papel vital en nuestra manera de ser y pensar. Han pasado a dominar el mundo de la moda, las costumbres, la economía y en cierto modo marcan futuras tendencias que van llegando a nosotros con sus goteos constantes de información de la que sin darnos cuenta, forman parte de nuestra vida, y encima nos la canalizan.

En medio de este poder oculto,de vez en cuando aparecen personajes que no hacen más que certificar lo expuesto más arriba, y ante la perplejidad de una parte importante de la sociedad se erigen como los salvadores del nuevo mundo, el mejor de los mejores, los seres superiores, donde se creen que su intelegicencia no es comparable a nadie de los que le rodean, y además menosprecian, insultan, odian y maldicen al resto que no comulga con ellos, perdiendo por completo los papeles en muchas ocasiones en las que otros por méritos propios les arrebatan el protagonismo.

Estos seres, saben perfectamente que viven rodeados de gente que les odia por ser como son, y eso los engrandece aún más..
Por norma suelen ser muy inteligentes y arrogantes, pero solitarios, ya que no aceptan que nadie se asome ni sepa nada acerca de su vida y menos que intenten dar consejos de sus actuaciones.

En realidad son unos miserables de alma y espíritu, aunque busquen en la religión una escapatoria a sus pecados, que por supuesto no obtendrán, ya que su interior es negro, y carente de humanidad, aunque muestren una imagen falsa para los que desconocen el demonio que llevan dentro.

Les encanta ser el blanco de las críticas, que buscan ellos mismo, y así tapan sus carencias y la de los que le rodean, sin importarle lo más mínimo, ya que su intención siempre es salvaguardar al equipo o payasos que dirige, y que su auténtica personalidad quede escondida sin ser descubierta.
Hay que reconocer que en muchas ocasiones, este tipo de personajes se ven tocados por la varita del éxito, ya que dicha fórmula descarga tensión en su equipo, y ellos asumen como buenos actores, la crítica externa, en beneficio del colectivo. Por contra sus rivales pierden concentración ante las provocaciones, los insultos, los descaros y meten la pata, más de la cuenta perjudicándose ellos mismos.

Necesariamente deben ser protagonistas, y no les importa si en su equipo lo forman estrellas mediáticas, ya que ellos se encargan de ser más que nadie, y no permiten que nadie sobresalga por encima de su vanidad.

Una de las cosas que más me sorprenden de estos personajes es que además cuentan con adeptos o seguidores incondicionales, que se sienten identificados con sus comentarios e ideas, y que aunque me esfuerze en comprenderlos, no entiendo que siempre haya un palmero que aplauda sus idioteces.
Está claro que vivímos en una sociedad enferma, y que si este tipo de personajes o los del Salvame de Luxe pueden llegar a influir en una parte importante de la población. Por lo tanto es cuestión de plantearse hacia donde nos dirijimos, o nos dirijen.
De esta forma llegamos a la conclusión que hay más cabezas huecas de las que nos creíamos, y es una evidencia cuando este tipo de sinverguenzas, están en lo más alto del escalafón de la fama, y otros que sí merecen estar, pasan desapercibidos en esta estúpida sociedad.
Otra de las "facetas" que los diferencia del resto de los mortales, es que suelen mostrar un lado tierno y humano ocultando de forma magistral el demonio camuflado que llevan dentro, confundiendo a la gran mayoría de personas que solo conocen el lado falso que les interesa.

Debo reconocer que este artículo lo dejé sin terminar a mediados de Agosto, y lo he retomado un mes después....y voy un poco despistado sobre estos personajes.
Mi primera intención era escribir sobre Joseph Mourinho, tras su lamentable escándalo en la final de la Supercopa de España. Un sujeto que solo verle la cara me produce malas vibraciones...... pero lo he vuelto a releer y tengo dudas sobre el resultado final de este escrito.
Por otro lado me habían pedido que escribiera algo sobre el Doctor August Armengol (PxC), y creo que me voy a ahorrar el trabajo encomendado, ya que entre ambos personajes hay tantas similitudes que lo dejaré a la libre elección e imaginación del lector, y que sean ellos los que elijan el protagonista.